Especial para Que Pasa
Escribir canciones es un oficio que comprende muchos secretos y una técnica, que sólo quienes la dominan disfrutan de la satisfacción que produce que la gente ande por ahí tarareando las canciones, haciendo suyas pegajosas estrofas o estribillos.
El compositor dominicano, Mario Díaz, es uno de ellos. La salsa, el merengue, la balada, el son, han sido parte de los géneros musicales, donde ha puesto su talento creativo, y en los cuales aterriza en vena, inspiración y han resultado éxitos comerciales.
Es difícil encontrar un dominicano que no haya escuchado una canción de él en la radio, o que no haya tarareado en sus labios, una canción salida de su pluma.
En su casa, en el sector El Brisal, de Santo Domingo Este, recibe al visitante el compositor Mario Díaz (1959-). Transmite serenidad; es un tipo afable, con una apariencia muy lejos a todo aquello a lo que, lógicamente, se asocia al mundo del espectáculo y los artistas, con los cuales de uno u otro modo ha estado ligado. Es más en este tiempo de pandemia, osa a saludarme con un tímido acercamiento. No resiste el abrazo.
Quienes lo conocemos de la época uasdiana, y desde que pertenecía al Movimiento Cultural Universitario (MCU), observamos que el tipo no ha cambiado mucho, más allá de un poco de canas y unas libras que ya afirman que la flacura fue dejada atrás. Habla sin levantar la voz, una persona que afirma que hay dos cosas que no soporta: el reguetón y el ruido.
Al asunto del amor y desamor le busca siempre una vuelta atractiva, y le ha resultado en todo sentido de la palabra. Como compositor tiene dos tips que sigue a la hora de la creación: Compone y escribe, de noche, y busca versos, frases y oraciones con las que la gente se identifique.
Le han grabado sus canciones artistas de la talla de la cumbanchera Celia Cruz, pasando por la bolerista estilizada Lucecita Benítez, sin dejar de mencionar a salseros que llenaron a una época como Oscar de León, Andy Montañez, hasta llegar a unos más contemporáneos y con los cuales el público joven se identifica: Gilberto Santa Rosa, Willie Colón, Lalo Rodríguez.
Es un tipo conservador en la composición: confiesa sin tapujos que la sensualidad la trata con pinzas. No soy automático (Tommy Olivencia) y Voy a escarbar tu cuerpo (Lalo Rodríguez) le abrieron las puertas para ser un compositor apetecido en otras latitudes de latinoamérica y buscado por prestigiosas artistas para que les cediera sus inspiraciones o escribiera para ellos.
Si algo lo rige en su trato con los artistas es la generosidad y el no creer nunca un genio. Y ha seguido el consejo de un grande, su admirado Tite Curet Alonso, quien le dijo: “Hazle un tema a quien te lo pida, pues no sabes a quien no dará un tablazo”.
Es heredero de una tradición mixta y que explosionó en términos artísticos su cénit en los años ochenta. Por ello, cita sin tapujos que sus preferencias e influencias, sean tan híbridas como las de Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez. Menciona un evento que lo impactó como artista y que le dio una conciencia que aún arrastra: “Siete días con el pueblo”.
De las pocas cosas de la que presume es de haber cultivado una amistad profunda con el compositor de éxitos tan memorables como Tiemblas o Periódico de ayer.
“Tito me tenía mucho cariño. Sostuve incontables conversaciones con él. Aprendí muchas cosas de él.”
En el plano local le han grabado Maridalia Hernández, Sergio Vargas, Jhonny Ventura, y da su cuota de agradecimiento a arreglistas de la talla de Dionis Fernández y Manuel Tejada para que muchos de sus temas hayan adquirido mayor estatura.
Es claro que rememora cuando empezó a escribir. Un chaval de apenas 9 años, y también tiene anécdotas superinteresantes, como esa de que la canción Azúcar negra para Celia Cruz, la compuso en un santiamén, con la presión encima, Ralph Mercado, poniéndole las pilas.
En la pandemia el compositor está trancado. Confiesa que ha escrito mucho, en lo que él mismo denomina “su laboratorio”. En ese laboratorio, donde luego muestra una cantidad de canciones escritas a manos, que cuando uno se a contar, son miles.
Para quien ha escrito alrededor de 3,000 canciones a quien le han grabado màs de 400, confiesa que sigue escribiendo con la misma fiebre, y a juzgar por lo que muestra, morirá buscando en la imaginación y el aire, las melodías que luego tararearan las personas como si fueran propias…
FUENTE: elnacional