El oficio de operar una grúa para contenedores en un puerto estaba reservado para hombres, hasta que Mary Sosa llegó a la terminal de Punta Caucedo y cambió la historia abriendo el camino a otras mujeres a insertarse en una nueva plaza laboral, si se despojan del miedo y se abrazan a la disciplina y a sus ganas de superación, como hizo ella.

Hoy, Mary entró a trabajar a las 6:45 de la mañana cumpliendo un horario rotativo. Desde que llega se sube a la grúa y su trabajo consiste en descargar contenedores de los barcos, montar y desmontar en los camiones internos y de transportistas de la calle.

Este hecho trascendental para la sociedad está pasando gracias a las luchas de mujeres que en el pasado se enfrentaron a férreas batallas legislativas y en la sociedad por sus reivindicaciones laborales y más igualdad, dando como resultado la proclamación del Día Internacional de la Mujer Trabajadora en 1911.

Lejos de pensar en esto, Mary se define como una mujer batalladora que desde niña trabajaba con su padre, José Sosa, en un colmado y de ahí conoce el valor del dinero, no para malgastarlo, sino para invertirlo. Además de trabajar en el muelle, vende ropa de segunda mano y productos eróticos. Ambos a domicilio y de manera virtual.

Determinación

Al ver la dinámica laboral dominada por hombres que caminaban de un lado a otro vestidos con toda la indumentaria de seguridad requerida, surge una pregunta: ¿Cómo llegó Mary a desempeñar esta labor?

Cuenta que estaba sin trabajo y un amigo le dijo que había una vacante como chofer de camiones. No tenía experiencia y aun así aplicó. La empresa DP World le dio la oportunidad y también el cambio de posición.

Comenzó el proceso de entrenamiento de dos meses y en el simulador casi tres practicando, luego la dejaron con un compañero hasta que estuviera lista. “El primer día no me dio temor, ni tuve ningún percance y hasta ahora todo ha salido bien. En mi área todos somos iguales, hago mi trabajo igual que un hombre. Soy respetada y valorada”.

Mary tiene dos hijos, José Daniel y Danelisa, de 24 y 19 años, respectivamente, a quienes aconseja no sentir vergüenza por ningún tipo de trabajo, porque cualquiera los dignifica. “Tuve que criarlos sola porque me separé de su papá cuando eran muy pequeños. Fue un momento muy difícil y tuve que salir adelante por ellos”.

“Soy una mujer de retos y pienso que nosotras tenemos la misma capacidad para desempeñar un trabajo que un hombre. Operar una grúa de montacarga en el muelle se ve más difícil de lo que es, pienso que muchas mujeres no lo hacen porque no saben que pueden hacerlo. Hay que arriesgarse y botar el miedo”, dice mientras sonríe.

“Me siento orgullosa de ser la primera, pero no quiero ser la única”, afirma Mary Sosa, quien opera una grúa pórtico para la descarga de contenedores en el puerto de Caucedo.

FUENTE: listindiario

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