Entre las atrocidades cometidas por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) que más impacto produjeron a la población está el asesinato de Minerva, Patria, María Teresa Mirabal y Rufino de la Cruz el 25 de noviembre de 1960, el cual fue perpetrado por el jefe del SIM en la región del Cibao, Alicinio Peña Rivera.
El día que las hermanas fueron interceptadas por los esbirros del SIM a la altura del lugar conocido como La Cumbre, donde Trujillo tenía una casa de veraneo; las mataron a palos, puñaladas y golpes contundentes, según las reseñas sobre el hecho.
El asesinato de las tres jóvenes indignó a diversos sectores y tuvo repercusión en la comunidad internacional, lo que, según los entendidos, marcó el inicio del fin de la Era de Trujillo.
Al respecto, Peña Rivera plasmó años después sus memorias.
«Llegó de improviso, y me sorprendió verlo entrar al recinto de mi cuartel. En su kepis lucía los ramos dorados de oficial superior. Era el Mayor Torres Tejada, Jefe del SIM. Nos saludamos con cordialidad y me invitó a tomar una cerveza en el Café Antillas, legendario establecimiento regenteado por unos nacionales chinos, situado frente a la plaza de recreo de la ciudad. Nos acomodamos en su automóvil, y partimos.”, escribió Peña Rivera.
Peña Rivera agregó que durante el trayecto ni él ni Torres Tejada hablaron de nada interesante; sin embargo, todo cambió cuando este último le dio una orden trascendental.
«Vengo de parte del Ministro delas Fuerzas Armadas, General Román, para que dispongas el traslado a Puerto Plata de los esposos de las Mirabal, que están en la cárcel de Salcedo. Diles que estamos esperando una introducción de armas clandestinas, y como esperamos capturar a los contrabandistas necesitamos tenerlos en el área de los hechos para que ellos nos ayuden a determinar si esas personas pertenecían al movimiento “14 de Junio”. Explícales que tan pronto termine la operación serán regresados a Salcedo, que contra ellos no hay nada, y que sus esposas pueden visitarles como de costumbres.”.
Peña Rivera explicó que Torres Tejada luego le dijo: «Una vez trasladado tu deberás prepararle una emboscada a las Mirabal en la carretera, matarlas y simular un accidente automovilístico, sin que nadie quede vivo. Ese es el deseo del Jefe«.
Testimonios en el juicio
Durante el juicio que se le siguió a los asesinos de las hermanas Mirabal, Ciriaco de la Rosa, uno de los matadores, diría también su versión sobre el fatídico día.
“Después de apresarlas las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas (María Teresa). Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta (Minerva), yo elegí a la más bajita y gordita (Patria) y Malleta, al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de cada una de ellas. Ordené a Pérez Terrero que permaneciera en la carretera a ver si se acercaba algún vehículo o alguien que pudiera enterarse del caso”.
Condena de los asesinos
Cruz Valerio, Emilio Estrada Malleta, Ramón Emilio Rojas y Néstor Pérez Terrero fueron condenados a 30 años de reclusión y Ciriaco de la Rosa, a 20 años en 1963, tras ser hallados culpables materiales del crimen de las hermanas y del chófer Rufino de la Cruz, quien las había trasladado en su vehículo hasta Puerto Plata donde guardaban prisión sus esposos.
Sin embargo, todos escaparon de la Fortaleza Ozama, en Santo Domingo, a comienzos de la Revolución de Abril de 1965 y jamás volvieron a la cárcel.
FUENTE: elcaribe