Las redes sociales son un campo de batalla para los “influencers” o “influenciadores” que dominan la opinión pública.

El anglicismo “influencer” designa la persona, empresa o grupo que participa activamente en las redes sociales y que con sus opiniones y mensajes logra mover a sus audiencias.

Por esa razón, las empresas, productos y políticos se acercan a estos nuevos actores del sistema de opinión pública para impulsar sus estrategias comunicacionales.

El uso de “influenciadores” en redes sociales para testimonios y patrocinios debe reflejar una conducta ética que evite el engaño y falsas percepciones a  los ciudadanos.

Ello porque las redes sociales son escenarios de los que surgen muchas de las matrices opinión que influyen en la toma de decisiones no solamente comerciales, sino también políticas.

Los “trending topies”, los “chats” o los muros virtuales de Twitter, Facebook e Instagram son verdaderas sopas de emociones en los que abundan las noticias falsas, los discursos del odio y  la frivolidad como medios para explotar las vulnerabilidades sicológicas de los ciudadanos.

Los “trolls”  son “maestros” del engaño que a diario ofrecen sus lecciones de cómo manipular a las personas con noticias falsas y fake news.

Esto quiere decir que la plaza pública, con sus picos de oro, ha quedado en el pasado. Ahora su lugar ha sido ocupado por los “influenciadores” que deciden de qué habla la gente.

Estos personajes,  entre los que hay políticos, artistas, gente de la farándula, académicos e intelectuales, trazan la “agenda sitting” e inclinan la balanza con sus cuentas de redes con millares de seguidores.

En el ámbito comercial,  la publicidad  debe cuidarse si utiliza “influenciadores” para evitar la difusión deshonesta, falsa o engañosa de opiniones o creencias.

Si se comunica que el “influencer” consume el producto o servicio, éste debe ser un usuario real y de buena fe al momento de la difusión del mensaje.

Igualmente, si el “influenciador” comunica que es un experto en el tema que analiza, sus calificaciones deben demostrarse en relación al tema abordado; así como si existe una relación entre el “influenciador” y un anunciante que pueda afectar la credibilidad del mensaje, dicho nexo debe ser comunicado al público.

No se trata de hacer como el avestruz y meter la cabeza en el hoyo para no ser alcanzados por estos personajes. Lo que debemos hacer es propiciar un debate  para tomar conciencia del tema y propiciar las normativas  que permitan asegurar la libertad de expresión en su doble dimensión como derecho a difundir noticias y opiniones, y como derecho a recibir información veraz que forme una opinión pública sana para la democracia y el mercado.

FUENTE: elnacional

Share and Enjoy !

Shares
Shares